Subliminal. Leonard Mlodivnov

El cerebro subliminal, o del desconocimiento del psicoanálisis del físico y divulgador científico Leonard Mlodinow.

 

La ignorancia y la desfachatez no son patrimonio exclusivo de nuestro país, ya se encarnen en los hombres de a pie o en los que se aprovechan de los poderes que les otorga la tarima universitaria, situación, esta última, más lesiva incluso para la inteligencia de quienes desean participar de un saber no adulterado por la ideología y la demagogia. Prueba de ello es el radical desconocimiento clínico, la falacia epistemología y el agravio a la ética de lo Real del sujeto humano del norteamericano Leonard Mlodinow. Ignoro el motivo por el que este físico y divulgador de la ciencia, nacido en Chicago, Illinois, el año 1954, se ha atrevido con Freud y el psicoanálisis. Creo lícito suponer, no obstante, que Mlodinow pensara que para hacerse un nombre en el ámbito del pensamiento nada mejor que emular a individuos como Michel Onfray. Quizá él no contó que tan malsana identificación lo introducía en el conjunto de los hijos heridos en su narcisismo por los descubrimientos del primer psicoanalista. Su último libro, Subliminal (Editorial Crítica, Barcelona: 2013), es un claro ejemplo de la perversión intelectual que Alan Sokal y Jean Bricmont denunciaron en Imposturas intelectuales hace bastantes años (publicado originalmente por Éditions Odile Jacob, Octubre 1997), aunque Sokal y Bricmont, como es conocido, erraron respecto a algunos de los intelectuales que criticaban. La perversión a la que me refiero es la de la utilización del lenguaje de las ciencias, como la matemática, la física, la biología o la neurofisiología, conjugado con conceptos filosóficos y del ámbito espiritual, con la ilusoria pretensión de poder explicar así la naturaleza del sujeto humano y sus producciones. La espiritualidad de la terapia cuántica, revival de antiquísima interconexión microcosmos (sujeto - antropología) con el macrocosmos (universo – cosmología), dado su carácter órfico-pitagórico y platónico, es un ejemplo notorio de tan imaginaria y demagógica moda intelectual.

 

Afirma Mlodinow que Freud acertó en tanto que se dio cuenta que el comportamiento humano está regido por procesos inconscientes, o sea, por motivos que el sujeto que piensa, hace y desea, desconoce. Pero a renglón seguido dice que Freud, al no poseer los instrumentos adecuados para explicar y desarrollar sus descubrimientos, erró más que acertó. Suele ser en el tercer curso de la Enseñanza General Básica, al menos en algunos países, o sea, a un año de que el alumno ingrese, si es el caso, en la Universidad, que oye del profesor que el inconsciente es permeable a la época en la vive la persona en la que se encarna, y que por ello, si bien la estructura del inconsciente apenas ha cambiado con el paso del tiempo, -básicamente, el lenguaje, las pulsiones, el deseo y el goce-, los objetos y el goce del sujeto de la época victoria no son los del sujeto contemporáneo. Que Mlodinow ignore un dato tan básico y elemental, permite comprender que se atreva a hablar de cerebro subliminal para referirse al inconsciente; y que su desconocimiento de lo que es el psicoanálisis y el inconsciente no le prive de decir que el comportamiento social tiene sus mecanismos inconsciente a través de hormonas como la oxitocina y la vasopresina; y que nuestra mente inconsciente opta por la felicidad, por ejemplo.

 

Girona, 02/06/2013

José Miguel Pueyo