¿Es posible que una monja se complazca con la ideología de la CUP-AE

y con régimen bolivariano de Nicolás Maduro?

 

me comenta, visiblemente contrariado, un amigo. Cosas más extrañas se han visto –le he contestado esperando por su parte alguna aclaración con la que juzgar mejor lo que a primera vista tiene el carácter de la paradoja.

Mi amigo, profesor de Derecho, me explica que se refiere a la monja benedictina Teresa Forcades Vila (1966, Barcelona), quien además de condescender a las ideas de los integrantes, al menos de algunos, de la CUP-AE (Candidatura de Unidad Popular-Alternativa de Izquierdas, en el Parlament de Catalunya), ateos medulares, además de antisistema y anticapitalistas -de quienes Forcades ha dicho que quizá sean los únicos que deberían permanecer en el Parlament de Catalunya una vez conseguida la independencia de la que hasta ahora es una de las Comunidades Autónomas del Estado Español-, se congratula asimismo con el régimen bolivariano de Nicolás Maduro (Caracas, Venezuela, 1962).

 

Soy de los que opinan que una monja puede hacer lo que desee con su vida. Se me antoja, por ejemplo, que puede fundar un partido político, como lo ha hecho Forcades con el activista social y economista Arcadi Oliveres, (Procés Constituent a Catalunya). También estoy con los que piensa que una monja puede hacer lo que le plazca con su cuerpo, y no soy yo tampoco de los que cuestionan, como acabo de decir, la inmersión en la política de la gente que viste los hábitos. (Allá cada cual con lo que entienda por coherencia y responsabilidad). Además, se conoce, (¿quién no!), aquello de que «El hábito no hace al monje/a». Y aquí todo indica que esta monja de la orden de San Benito, médica y defensora de las orcas, está interesada por posiciones ideológicas afines a la Teología de la Liberación. Y es que quizá Forcades, siguiendo los pasos de otros hombres de religión, entiende que los hombres/hermanos deben echarle una mano, más allá de la oración o junta a ésta, a un Dios-Padre un poco olvidadizo de sus hijos.

 

Entre las objeciones a Teresa Forcades, destacaré que en su mundo intelectual entra Jacques Lacan; no porque lo cite, obviamente. El hecho es que lo que dice Forcades del genial psicoanalista parisino, además de decepcionante en todos las planos de su habitual verborreico discurso (muy a lo Slavoj Žižek), da la impresión de que ha querido darse un baño de la ciencia del sujeto humano y sus producciones que es el psicoanálisis, y presentarse, por lo mismo, con la pátina postmoderna del mayor representante de esa ciencia después de Freud. 

 

En esa misma línea se encuentra Alfons López Tena, el líder de Solidaritat Catalana per la Indepèndencia, quien fue invitado a una mesa redonda organizada por el Centre d'Estudis Freudians de Girona, el 27 de noviembre de 2013, sobre El Procés Polític a Catalunya, en razón de que en un twitter había declarado que el procés polític a Catalunya no se entendía sin el objeto petit a de Jacques Lacan. La sorpresa y para algunos decepción es que demostró que no sabía que era el objeto a, que tampoco le interesaba la relación del sujeto humano con sus producciones, una de las cuales es la política, y, en fin, que lo único que deseaba era hacer un mero mitin político. 

 

Algo semejante cabe pensar que le ocurrió al secretario general de la CUP-AE, David Fernàndez, en el debate de investidura de Artur Más como President de la Generalitat de Catalunya (21/12/2012). En esta ocasión, al diputado y portavoz de la CUP, formación política simpatizante de Bildu (coalición de ideología independentista vasca) y del BNG (Bloque Nacionalista Gallego), no le informaron que Slavoj Žižek no es ni mucho menos la referencia adecuada para saber qué dijo Lacan de la política. Se comprende, por tanto, el error de lo que ese día dijo David Fernàndez en el Parlament: «Martí i Pol decía que todo es posible ¿no?; y como dice Slavoj Žižek, un filosofo contemporáneo, todo se puede hacer se ha de cambiar por la reflexión más lacaniana: lo imposible pasa.»

 

09/03/2014

José Miguel Pueyo