El relativismo surrealista de Albert Serra

Ejemplo notorio en lo que dice y hace es Albert Serra, una de aquellas personas a las que sólo parece interesar, y que por lo mismo suelen promover, el relativismo surrealista. (Una suerte de todo está permitido, único criterio de lo que sería el arte). Y es que para los que idealizan ese proceder, el arte se les antoja contrario a la premeditación racionalista).

 

Insistir una y otra vez, como lo hace este director del Pla de l’Estany, que si uno no es el artífice de la música, el casting, el guión o de las ideas que van apareciendo sobre la marcha, del montaje, etc., etc., el cine adolece de pureza, delata, además de un estancamiento en el narcisismo, un no menos considerable desconocimiento intelectual. Es así porque, como es bien conocido, todo está determinado por el Otro, por la instancia que se constituye estructuralmente en los primeros años de la vida de una persona, hecho por el cual es dable utilizar para la persona el término sujeto (pues Sujeto es-al-Otro que lo habita, Otro que determina, como se sabe desde Freud, cuanto una persona piensa, hace y desea); y es así, obviamente, pese a que el narcisismo yoico nada quiera saber de esa determinación.

Mas vaya nuestro aplauso y reconocimiento al artista más allá de su vinculación a un estilo u otro, pues por serlo, esto es, por la particular relación del artista con los diques de censura, mucho más débiles en él que en el sujeto supuesto normal, siempre nos da a leer, en lo que hace o dice, algo del amor, el deseo y el goce del ser humano. Debo señalar que hasta el momento nada puedo decir que merezca realmente ser apuntado en ese sentido de la producción de Albert Serra.

 

 

Girona, 22/08/2013

José Miguel Pueyo