¡Que pena no haberlo sabido antes del sangriento atentado a las Torres Gemelas, la masacre de la Estación de Atocha, etc., etc.!

Pero ¿qué había que saber? Había que saber lo que pretende haber descubierto el director del Laboratorio de Neurocomportamiento Evolutivo de la Universidad de Boston, Patrick McNamara, pues se trata nada más pero también nada menos que de la relación entre creatividad, religión, fanatismo, y un neurotransmisor, la dopamina.

 

En un artículo publicado en Aeon Magazine, explica McNamara que advirtió que una persona había comenzado a manifestar los primeros signos de la enfermedad de Parkinson, por lo que hubo de dejar su trabajo, parte de sus obligaciones sociales y su práctica religiosa. ¿Qué tiene que ver el parkison, esa enfermedad del cerebro con la creatividad, la religión y el fanatismo? se preguntó este neurocientífico. Pues todo, se dijo. Dado que la enfermedad de Parkinson tiene como causa subyacente la pérdida de células dopaminérgicas, McNamara sospechó que la pérdida del sentimiento religioso no era otra que la falta de dopamina. En resumen, la ausencia de la recompensa cerebral dopaminérgica que obtenía el anciano soldado al leer la Biblia o escuchar misa, había hecho que dejase de sentir su antigua disposición religiosa. Y ¿qué cree NcNamara que ocurre en el caso de los niveles de dopamina aumenten considerablemente? Está absolutamente convencido de que aparece el fanatismo religioso, adictivo como la cocaína, que supone el reverso tenebroso del positivo sentimiento de trascendencia.

 

Si lo que afirma de McNamara, y en la misma línea el neurocientífico de la Universidad de Cambridge, Wolfram Shchultz, fuese una broma para el día de los Santos Inocentes, y aun de ser así, además de no tener gracia alguna merecería todo tipo de críticas, desde la epistemología hasta los comités de ética, pasando por la clínica y las instituciones académicas y políticas. Y es que de una u otra manera estos neurocientíficos vienen a decir que los agentes del conflicto árabe-israelí están desequilibrados, sí, pero por los altos niveles de dopamina que padecen. En buena lógica con sus investigaciones, y más bien con su disparatado modo de razonar, todos los terroristas religiosos, ya sean grupos islámicos como los talibanes o Laskar-e-Taiba (LeT), Gama’a Islamiya egipcia o la Yama’a Islamiya, Hamás, la Yihad, al-Qaeda, el islamismo Chií, o Los Hermanos Musulmanes de Siria y Jordania, etc., etc., sería por la dopamina.

 

Estos neurocientíficos no pueden hacernos pensar sino en problemas de todo tipo, los que ellos tienen. Pues muy mal tiene que estar su cerebro para que piense lo que piensa, tanto más puesto que sin el menor empacho y contra todo decoro científico se permiten escribirlo e incluso aseverar que han superado a Freud. (Bueno, si para ellos Freud es el padre, es lógico que su deseo sea superarlo, más que nada por aquello de soñar que así, superado el obstáculo del padre, están más cerca de su adorable mamá). Luego estaría, claro está, lo de las farmacéuticas. Me refiero a que alguien, emprendedor o no, se anime a crear fármacos totalmente eficaces para controlar la dopamina, y con ello, supuestamente, evitar muchas guerras y atentados terroristas. (Vamos, otro fraude mayúsculo). El problema entonces estaría para la industria armamentista, y, por ende, para los que se benefician de la desgracia y aun de la muerte, que habitualmente es la del prójimo.

 

Girona, 17/08/2014

Haciendo Amigos