Trivialidades, demagogia exultante y ausencia de rigor clínico en «Cuando amar demasiado es depender», libro de la psicóloga gironina Silvia Congost

 

Como si estuviese reclinada en el diván del psicoanalista, Silvia Congost relata en su libro, siempre de manera parcial, monótona y sin alma narrativa, el trauma, que, según afirma, fue realmente vivido, de dependencia emocional, «un enganche tóxico que te va destruyendo sin que te des cuenta… Cinco años. Me adapté a él en todo, sólo hacía las cosas que a él le gustaban y que a mí me horrorizaban, como pasarme el fin de semana viendo la tele y todas las vacaciones haciendo surf», según sus palabras.

 

Pero no sólo estamos ante un libro plano para gente que gusta de lo conocido, de lo banal y de las habitualmente insulsas intimidades del reality show. La dependencia emocional es tangencial a asuntos tan horrendos como los protagonizados por el llamado monstruo de Austria, Josef Fritzl, y por el secuestrador y violador de Cleveland, Ariel Castro, y lo es también al llamado síndrome de Estocolmo. Sin embargo, en este libro todo es light, amén de insubstancial. La autora no ha pretendido presentar los distintos tipos de dependencia emocional y sus causas, mientras que da a leer afirmaciones que no se ajustan del todo a la verdad clínica. Y del mismo modo que se echa en falta el rigor exigible respecto a los fundamentos clínicos con los que se pretende ayudar a las personas que sufren dependencia emocional y sus negativos efectos, Silvia Congost generaliza sin rubor consejos para un delicado asunto, que, como otros relativos al amor, requiere del criterio singular e individualizado del tratamiento caso por caso.

 

Grave es, sin duda, que la autora insufle narcisismo al desorientado sujeto, a la supuesta víctima, pues casos semejantes precisan de una fina discriminación de los motivos subjetivos que sostienen una relación afectiva. No advierto que Silvia Congost esté por esa necesaria labor. Pero si hay algo sorprendente, una afirmación que sería para mondarse de risa si no fuera realmente trágico, es que una persona que tiene un título universitario quiera hacernos creer, todo indica que la línea de los siempre inquietantes gurús que aseguran curar cualquier cosa en una semana, que en diez días puede curar la dependencia emocional y todos los efectos físicos que la acompañan, como la depresión, la ansiedad o el mal dormir.

 

Girona, 11/07/2013

José Miguel Pueyo