El saber del filósofo es síntoma, desde siempre, del desconocimiento de la naturaleza humana

 

Quién puede objetar al profesor de filosofía en la UB que «El filósofo tiene que intervenir y dejar oír su voz en la plaza pública sobre aquellos asuntos que interesan a la mayoría. Ha de contribuir a lo que Aristóteles llamó la vida buena». ¿Pero qué nos pueden aportar los filósofos? Es conocido que no han logrado superar la antigua moralina grecolatina, eso sí, presentada con términos a juego con la hipermodernidad, de lo que saben bastante Lou Marinoff, Monique Canto-Sperber, etc., etc. (Omito, por razones obvias, los del país). ¿Pero cuál es la causa de tamaño estravío? El saber del filósofo es síntoma, desde siempre, del desconocimiento de la naturaleza humana; es más, sin haberla entendido los filósofos de todas las épocas han tenido la pretensión de reprimir lo que no va en lo humano: lo Real. ¿Cómo? Pues con lo de siempre: discursos imaginarios y demagógicos envueltos en un falso humanismo. José Miguel Pueyo, psicoanalista. 

 

Girona, 10/04/2013

José Miguel Pueyo