La ingenuidad antirreflexiva postmoderna acerca de la felicidad de Juan Manuel Opi
Tal es, entre otras, la consideración que merecen quienes, como el psicoterapeuta transaccional Juan Manuel Opi, aconsejan cantar, el ejercicio físico y la actividad intelectual como fórmula incontestable para ser feliz.
Ante tamaña banalidad clínica cabe preguntarse, por ejemplo, ¿y si a uno le da por pensar que canta mal, o conoce sus dificultades para el ejercicio físico, o se aburre con las actividades intelectuales? Todo indica que a este terapeuta transaccional no le interesan estas cuestiones, que además de ser clínicas y por ello, conciernen a la ética. Opi, por el contrario y simplemente, se propone como superyó de aquellos a los que denomina «clientes», expresión deplorable incluso en el ámbito en el que se reconoce.
Este psicoterapeuta imagina que la felicidad es el resultado de lo que el mismo denomina «inteligencia inteligente», redundante y también desafortunada expresión que define su trivial y superyoico consejo terapéutico, consejo con el que afirma, sin el menor empacho, que sus clientes logran «resolver ecuaciones, aprobar exámenes, cursar carreras, alcanzar metas, ganar mucho dinero», etc, etc.
Esta última consideración es igualmente propia de la ideología predominante, la postmoderna, por consiguiente, del pensamiento de las personas que, quizá sin ser totalmente conscientes de su condición existencial, están a merced del neoliberalismo económico, ya que como es conocido «ganar mucho dinero» es uno de los anhelos programáticos de un modo de ser en el mundo, el de los individuos entre los que no faltan, también, los absolutamente corruptos.
El Obispo de las moscas
Girona, 22 de agosto de 2016
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