El tripalium política-farmacéuticas-psiquiatría contra la salud pública

 

El tripalium original, una herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies, que se inventó para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos, pero que también se utilizaba como instrumento de tortura para castigar esclavos o reos, parece haber reaparecido en la hipermodernidad en forma de alianza canalla y perversa entre política, farmacéuticas y psiquiatría.

 

Que a la política neoliberal hipermoderna en la que vivimos, igual que a las distintas variantes del marxismo-leninismo-comunismo que todavía imperan en otras latitudes, le interesa que las personas sean esclavos, en el sentido de que se identifiquen a los ideales que nos propone para solucionar el malestar en la cultura que, como ya indicara Freud en su obra de 1929 [1930] con ese mismo nombre, es una cuestión estructural-subjetiva, no escapa a nadie que sea capaz de leer-escuchar desde la duda metódica y la interrogación. Pero precisamente nada mejor para garantizar el éxito de ese sistema esclavizante que eliminar la duda metódica, la interrogación, e intentarlo con el malestar en la cultura. Ahí acuden, animadas por sus intereses económicos y otros de más oscura índole, las Farmacéuticas y la Psiquiatría, para dar pastillas con las que silenciar los problemas psicológicos, estrategia que no sólo no los soluciona si no que suele agrabarlos, pero siempre siguiendo, consciente o inconscientemente, los ideales del consumo acrítico que tanto gusta al Neoliberalismo, tirando de esa manera una y otra vida más a la basura.

 

Ante esa canalla y perversa relación POLÍTICA-FARMACÉUTICAS-PSIQUIATRÍA, que diseña un circuito infernal y sin salida, en el que el sujeto atrapado por esos discursos que consumen su vida no encuentra escapatoria, solo queda el Psicoanálisis.

 

Los síntomas psicopatológicos pueden conducir a una persona, con suerte, al psicoanalista, ya que en muchos países, entre los que se encuentra el nuestro, las instituciones en las que descansa la cultura han trabajado perversamente para excluir el Psicoanálisis de la Educación, la Sociedad, la Sanidad, los medios de comunicación subvencionados, el Derecho, la Política, etc., etc., promoviendo así la desorientación generalizada, para mejor garantizar la satisfacción de los oscuros deseos del Amo Hipermoderno y la perpetuación en su pedestal de poder.

 

El trabajo del analizante (libre asociación) y la interpretación del analista, que no lo sería sin la ética del bien decir del síntoma, abre la dimensión de la interrogación sobre la conformación de su subjetividad, y es sólo de esa manera que el analizante puede advertir de qué se trata en su malestar (angustia, depresión, anorexia, etc., etc.), conocimiento que, por añadidura, disolverá sus síntomas al mismo tiempo que permitirá a esa persona un nuevo posicionamiento subjetivo y una mejor, divertida e inteligente relación con el mundo.

 

09/06/2016

Jordi Fernández Carmona