La política española o de la reedición de los 4 jinetes del Apocalispsis

 

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Ribera escenificaron ayer un preocupante porvenir para los españoles y de aquellos que han apostado por residir y buscarse la vida en España, en el debate a cuatro del 13-J, con la ayuda de la Academia de Televisión, productora del evento y servidora de la señal, desde el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, a 17 cadenas de televisión, seguido por 10,5 millones de espectadores.

Saltar de la Edad Media al Neoliberalismo Hipermoderno, con guerras carlistas, una II República y una guerra civil, una atroz dictadura franquista y una fallida transición a la democracia de por medio, sin un auténtico proceso de culturización de las personas, no puede sino producir estragos entre una población que difícilmente va a mejorar con las propuestas que se escucharon ayer de parte de los secretarios generales de los 4 principales partidos políticos.

 

¿Todavía alguien confía, después de lo que se pudo escuchar ayer, en que se van a dilucidar las responsabilidades de la lacra de la corrupción, a devolver a la sociedad lo que se le ha sustraído y que se van a desarrollar medidas efectivas para prevenirla en adelante, que se van a solucionar los problemas ideológicos y otras vicisitudes que empobrecen la Educación, que se va a mejorar en todos los aspectos la Sanidad, o que van a optimizarse las condiciones económico-sociales y el poder adquisitivo de las personas?

 

No se puede responder adecuadamente a esas cuestiones, en una época de desarrollo científico-tecnológico como la actual, desde la identificación a ideales trasnochados, moralina inoperante, fórmulas económico-sociales antiguas y superadas, o desde el marketing más desorientador.

 

El eminente psicoanalista francés Jacques Lacan dijo que la peor de las corrupciones es la intelectual, afirmación que tristemente se reactualiza, ya que los periodistas, lejos de hacer preguntas durante el debate, se limitaron a dar paso a las intervenciones, y hoy, cuando ya ha transcurrido el tiempo suficiente para analizar fríamente y con calma lo que se dijo, se limitan a dar datos de audiencia y/o manifestar opiniones que no superan los prejuicios o que describen fenómenos que no van más allá de la anécdota. Sin embargo, la corrupción intelectual no se agota ahí, pues ninguno de los más de 11.100 catedráticos de las Universidades Españolas ha incidido en las deficiencias estructurales y la inoperatividad de las medidas de unos modelos político-económico-sociales que no resuelven los problemas históricos ni los actuales de aquellos que sufren más la crisis (cultural, política, económica, social, etc., etc.) y que constituyen la mayoría de la población.

 

14/06/2016

Jordi Fernández Carmona