Del revival místico-panteísta de un filósofo postmaterialista

Decir que conversar con el autor de Inteligencia vital. Una visión postmaterialista de la vida y la conciencia (Editorial Kairós. Barcelona: 2016) es «inspirador y estimulante», como señala el periodista Víctor-M. Amela, y al mismo tiempo obviar constructos delirantes de filósofos como Pitágoras de Samos, Parménides, Platón, Plotino y Spinoza, por ejemplo, quizá no permita advertir, al menos a algunos lectores de La Contra de la Vanguardia, el deseo narcisista que implica el abrazo con el Otro (Hacerse Uno con el Otro, en este caso con el Universo) que propende la Filosofía No-dual (advaita), de la que es acólito Jordi Pigem.

 

Por consiguiente, afirmar, como hace Pigem, que el paradigma materialista se agota, tanto más que sacar a colación la obsoleta idea panteísta de que somos parte del universo y los ideales metafísicos platónicos del Alma del Mundo, denuncia que lejos de la liberación (mukti) del deseo, del cuerpo y de cuanto es fenomenológico, los espiritualistas están absolutamente determinados por el malsano deseo de goce-Todo y el horror vacui, aspectos que caracterizan a la sanación cuántica y al paradigma holístico.

 

En Pigem se reconoce asimismo el misticismo de la conciencia antirreflexiva, o sea, de un tipo de conciencia sin pensamiento crítico; y siendo este doctor en filosofía amante del budismo zen, el taoísmo y el misticismo cristiano del maestro Eckhart, esto es, de las metáforas y de la adjetivación demagógicas, no puede sino sentir repulsa hacía la castración normalizadora del deseo no menos que de la ética que aleja a los humanos de la imaginaria y siempre ególatra pretensión de ser como dioses.

 

Girona 11 de noviembre de 2016

José Miguel Pueyo