Ironía y/o desconocimiento sobre otro inverosímil invento postmoderno: el coaching sobre dos ruedas

 

Pues ¿qué actividad puede haber más pintoresca que el coaching sobre dos ruedas (o en pedales) que preconiza la psicóloga Sara Gallisà?; y en cuanto a la periodista Mercè Ribé, no atino a saber en qué medida se consagra en esta entrevista a la ironía, así como si su desconocimiento en este asunto es más o menos absoluto, o quizá si conjuga en su proceder los dos factores.

 

Cabe preguntarse, por lo mismo, ¿qué oscura razón ha podido determinar una entrevista sobre la insustancial práctica del coaching sobre dos ruedas? Y es que a no ser que se pretenda introducir la confusión o vender humo sobre tan peregrina práctica, no se atisban mejores consideraciones, siempre que se dejen de lado, claro está, las epistemológicas y éticas.

 

Cuando la originalidad precisa la sanción del otro

La originalidad y aun notoriedad que parece anhelar Sara Gallisà, son correlativas a la trivialidad de su propuesta. Tanto más por precisar el respaldo del otro institucional: «quiere que quede claro –dice Mercè Ribé- que ejerce ese tipo de coaching –se refiere a la práctica de Sara Gallisà- con certificado del COPC (Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya)». Esa necesidad de respaldo institucional se ve pues subrayada cuando la coaching apela a las garantías del COPC (Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya) sobre los beneficios del coaching a pedales; siendo, por el contrario, como todo el mundo conoce, que esta institución no puede garantizar lo que ella pretende.

 

Quede pues ese particular llamado al padre –encarnado en esta ocasión en la institución- para quienes tal vez no lo han tenido, al menos en la función que se espera de él; y es dable recordar que el llamado a la institución como remedo de ese déficit no es en modo alguno la mejor opción.

 

Otro nombre postmoderno para lo que siempre existió

El coach (palabra inglesa que significa «entrenar», y que como método consiste en instruir a una persona o a un grupo, con el objetivo de conseguir alguna meta o desarrollar habilidades específicas), explica Sara Gallisà «acompaña, y con motivación y acción se consiguen cambios importantes». Y por si esta sugestiva afirmación no fuera suficiente, agrega el sentido de una prepuesta que además de no ser original –la realizan desde siempre los padres de familia cuando salen a dar un paseo en bicicleta con sus hijos, por ejemplo- no siempre es operativa: «Unimos los talleres de crecimiento personal propiamente dichos con el deporte físico, que ayuda también a descargar adrenalina y así a sentirse mejor.»

 

¿Pero qué significa descargar adrenalina? Imprecisiones semejantes son las que suelen propiciar las más disparatas conjeturas, y, por lo mismo, conviene que alguien las evite, o al menos las puntúe. Es obvio que habría que señalar mejor que el ejercicio físico, pasear, reírse, hacer el amor, incluso escuchar música estimulan habitualmente la producción de endorfinas, que siendo considerada la hormona de la felicidad, es también uno de los mejores antídotos naturales contra el estrés, el dolor, la depresión, o la ansiedad.

 

En cuanto a lo que distingue al coach del psicólogo convencional, no es susceptible de presentarlo, contrariamente a lo que hace esta coaching, del lado del objeto de su actividad (esto es, psicopatologías como objeto del psicólogo; cambio de habilidades y aptitudes por parte del coach). Así es porque el psicólogo puede ser competente en esto último, ya se trate de valores, trasgresiones, temores, inhibiciones, etc. Desconozco el motivo por el que esta coaching no puede comprender la falacia que ella repite «En terapia [práctica del psicólogo] hay patología, y en coaching, no…, el coaching lo primero que tiene que hacer es diferenciar si un cliente tiene patología o no.»

Así las cosas, habría que preguntar a esta coaching, dado que no es lo de menos, ¿qué instrumentos diagnósticos emplea para detectar que una persona que decide hacer un coaching no tiene una patología? ¿Acaso Sara Gallisà pasa un test de personalidad o meramente de aptitudes antes de empezar el coaching, y cuáles. Y de no confiar en esas herramientas, tal vez sí confía en otras que se han demostrado no menos inadecuadas e ideológicas, como el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), o el Eneagrama.

 

Sobre la no menos falaz y socorrida apelación al tiempo…

Como viene siendo habitual cuando se dejan al margen los aspectos básicos y esenciales de las prácticas destinadas a mejorar la vida de las personas, esta coaching llama en esta ocasión en ayuda de lo que propone, al tiempo y, para más inri, a lo profundo: «Hay terapias que no son tan efectivas…, se alargan en el tiempo…, el psicólogo coach se sustenta en un modelo teórico y tiene herramientas para afrontar un proceso de coaching porque puede llegar a estructuras más profundas…»

 

El resultado de ello, o sea, de la desorientación tanto como de la falta de concreción, es el que uno imagina: el peor para las personas ingenuas, desprevenidas y/o confiadas por distintos motivos.

 

Girona, 2/11/2013

José Miguel Pueyo