Levedad epistemológica, ingenuidad clínica y deflación ética del neurocientífico Manuel Nieto Sampedro y del profesor de Psicobiología Vicente Simón

 

Pocas cosas son imposibles para el ser humano

Así lo asegura el reputado neurocientífico y responsable del grupo de Plasticidad Neuronal del Instituto Ramón y Cajal del CSIC, Manuel Nieto Sampedro, y el doctor Vicente Simón, profesor de Psicobiología en la Universidad de Valencia.

 

La afirmación de estos prestigiosos científicos no puede sino reconfortar, sin duda al narcisismo, hoy quizá más herido que en otras épocas, de muchas personas. ¿Pero habrán sido escogidas esas palabras, ya sea inconscientemente, con un demagógico y persuasivo fin, amén de la jactancia epistemológica y clínica que revelan?

 

Fundamento teórico: la plasticidad del cerebro

¿Qué es lo que permite sostener a estos científicos esa arriesgada afirmación? El fundamento teórico de su tesis, o sea, que los seres humanos podemos conseguir buena parte de lo que nos proponemos, obedece a una sola razón: la plasticidad neuronal del cerebro.

 

¿Pero qué quiere decir que el cerebro humano tiene plasticidad, la cual, según se nos dice, es la que permite conseguir casi todo de lo que nos proponemos? 

 

El término plasticidad es aquí una suerte de sinónimo de reversibilidad. Se trata de que nuestro cerebro es reversible y, por consiguiente, los pensamientos, deseos, pasiones y hábitos de una persona pueden ser modificados o si conviene suprimirlos.

 

No hay duda de que los humanos podemos conseguir muchas cosas, ciertamente no todas, de las que nos proponemos; y no es menos cierto que el cerebro es reversible, pero no siempre, pues la reversibilidad depende ‒no hace falta ser un genio para saberlo‒, de la categoría del daño, ya que un daño estructural puede ser, a diferencia de otros, irreversible. No obstante, esto sólo es uno entre los aspectos igualmente importantes que omiten los doctores Manuel Nieto y Vicente Simón.

 

El lector habrá advertido también que el fundamento teórico de la tesis que esgrimen no sólo es reduccionista, pues deja de lado a la cultura, la sociedad, la educación y la estructura edípica como determinantes de primer orden de la subjetividad, de lo que será el sujeto humano, sino que, además, es una tesis de Perogrullo, repetida por muchas personas que no han leído los libros que cabe suponer que han cultivado la mente de estos profesores.

 

¿Cómo se consigue cosa tan extraordinaria? La primera condición es la constancia

Persistir, tener tesón en lo que queremos conseguir es la primera y fundamental condición para verlo hecho realidad, aseguran estos científicos.

 

Mal, muy mal comienzo, y, como cabe suponer, la cosa acabará fatal. Es así porque Manuel Nieto y Vicente Simón ni siquiera advierten el flagrante error que cometen al poner como ejemplo de su aseveración el entrenamiento del deportista. Y es que del mismo modo que el entrenamiento mejora los resultados, la voluntad y la constancia no implica que el deportista vea cumplido su deseo de ganar, si ese es el caso. Este ejemplo es menor, ya que estos neurocientíficos aseguran, como acabo de indicar:

 

1. Que los humanos somos capaces de modificar y aun de erradicar los pensamientos recurrentes, hábitos, deseos y pasiones a nuestro antojo en virtud la plasticidad del cerebro;

 

2. y lo que incluso puede resultar más sorprendente es que afirmen sin empacho que el objetivo se consigue sin apenas esfuerzo, tan sólo es necesario voluntad y constancia;

 

3. y por si eso fuera poco, aseguran que el objetivo lo puede conseguir uno solo, sin necesidad de la ayuda de un experto.

 

En definitiva, como todo el mundo sabe, todo el mundo menos estos neurocientíficos, la constancia y la voluntad son necesarias en muchas actividades, necesarias también para tomar algunas decisiones, pero lejos están de funcionar en todas, sobremanera si uno insiste en la técnica o tratamiento equivocados.

 

¿Constancia pues pero en qué, en qué debemos tener constancia, en qué debemos perseverar para conseguir nuestros deseos?

 

El milagro se encuentra en la meditación

Todo parece un mal chiste o una tomadura de pelo, y sería para mondarse de risa de no estar hablando de algo tan serio y siempre lamentable como es la salud psíquica y el desarrollo intelectual.

 

Para reforzar el error epistemológico y clínico, estos investigadores de la mente humana tienen la osadía de recomendar focalizar la atención en una cosa y mantenerla, pues están convencidos de las bondades de concentrarse en ideas que aporten bienestar y desechar las que incomodan. Insisten, como es natural es casos semejantes, en estudios que hablan de la eficacia de esa técnica para apagar las áreas del cerebro relacionadas con soñar despierto, los pensamientos que disgustan y las divagaciones.

 

Muchas personas, por no decir todas las que pueblan nuestro planeta, saben que existe la palabra sugestión o persuasión, y tampoco desconocen lo que es la jactancia y la demagogia. Quizá lo que no se conoce tanto es que la meditación actúa fundamentalmente al modo que lo hace la sugestión y por la vía de convencer al otro, y que ambas cosas solucionan muy pocos problemas y en muchos casos los empeoran, y siempre, indefectiblemente, supone el estancamiento intelectual de la persona que se deja convencer por algunos expertos. La cuestión es que Manuel Nieto y Vicente Simón recomiendan esa técnica, la cual tiene efectos semejantes a los de las técnicas psicológicas de los consejos positivos o el PNL de la desterribilización (quitar hierro a un asunto traumático para una determinada persona, como se dice).

 

Estas técnicas tienen una muy limitada operatividad. Pero lo peor no es eso. Lo más lamentable no es sólo su operatividad en problemas ínfimos y que el paso del tiempo solucionaría mejor, sino el hecho de dejar lesivas secuelas en forma de trasnochadas y falsas ideas en las personas que en ellas depositan su confianza. Me permito recordar que Freud abandonó la electroterapia, los fármacos, la hipnosis y la sugestión directa e indirecta una vez que hubo comprobado que tenían efectos rápidos pero de muy corta duración, y los abandonó también porque impedían erradicar las trabas ideológicas, el engaño, la demagogia y la impostura que caracterizaba a algunos expertos que tenían la pretensión de ayudar a las personas. Esta vertiente ética y de desarrollo intelectual tampoco parece interesar a estos dos científicos.

 

Girona, 28/06/2013

José Miguel Pueyo