Donald Trump, 45º presidente de los Estados Unidos de América
En el análisis de los motivos que han hecho presidente de US a un candidato que se ha inscrito en el populismo neoliberal, no pueden obviarse algunos de los factores fundamentales que conforman la sociedad y las Universidades norteamericanas. Es asimismo destacable la razón de que hayan fallado, por enésima vez, los pronósticos efectuados por sociólogos, politólogos y periodistas.
1-La sociedad norteamericana constituye la máxima expresión, junto con Japón, de lo que Jacques Lacan denominó discurso capitalista, aunque la globalización lleva el neoliberalismo posmoderno a más países progresivamente. Explicar este discurso, y las diferencias fundamentales con respecto al discurso del Amo clásico, requiere un espacio que excede este pequeño artículo, pero permítanme que les presente su escritura.
2-El discurso capitalista es un discurso sin amor que promete la felicidad consumiendo al sujeto en el consumo acrítico de objetos. Esta maligna inercia ha hecho que nivel de endeudamiento de Estados Unidos pasara del 53% respecto al PIB, en el año 2000, al 105%, en el año 2015. Cuando Barack Obama fue elegido presidente, en 2008, la deuda era del 72’85%. Este aspecto no menor ilustra que algunas de las medidas políticas adoptadas por el primer presidente afroamericano de Norteamérica se han sufragado con los 10 billones (trillones en inglés) de dólares, aproximadamente, de incremento de la deuda, mediante la «flexibilización cuantitativa» keynesiana, consistente en la compra de colosales cantidades de títulos de la deuda pública por parte de la Reserva Federal, y una política de tipos cero. El problema añadido del continuo endeudamiento es los intereses que deben pagarse por esa deuda, que en 2012 alcanzaron los 360.000 millones de dólares. Los siguientes gráficos muestran la cuantía y distribución del presupuesto destinado a gasto público de los últimos años.
3-El malestar creciente de una clase media a la que, por los efectos del discurso capitalista y la globalización (deslocalización de empresas, movimientos de capitales y personas, etc.), no solo se le ha sustraído la plusvalía antes de haberla producido, si no que se la ha descapitalizado, obstaculizando así la satisfacción mediante el consumo a la que sin demora impele la gula superyoica como sinónimo de felicidad. En esa coyuntura económica, el magnate inmobiliario ha conseguido el apoyo masivo de los estadounidenses blancos descontentos, merced al voto rural y el voto obrero blanco, arrasando en el deprimido cinturón de óxido (los blancos, que representan el 70% de la población, se decantaron por Trump en un 58%), que anuló el efecto del voto de las minorías y las mujeres, que se decantaron por la candidata demócrata en menor medida de la pronosticada y aun de lo que hicieron con Obama (El 88% de los negros la ha apoyado por el 93% que apoyaron a Obama; sólo un 65% de los latinos, por el 70% de Obama, y un 54% de las mujeres, por un 55% de Obama), por Hillary Clinton.
4-La expulsión de emigrantes. Es más fácil imaginar que la solución al malestar, consustancial al ser humano, agravado con la descapitalización, puede lograrse con la expulsión de 11 millones de emigrantes ilegales, y la promesa de construir un muro en la frontera con México, que el papel de China, la OAPEC, Rusia, Europa, Japón, India, etc. en el empobrecimiento de la economía estadounidense. El «Make America Wealthy and Rich Again» de Trump se aliaba de este modo con la aplicación de la conocida fórmula segregativa del chivo expiatorio mediante la cual se elude la asunción de la responsabilidad reconociendo los propios errores. Además del efecto que pueda tener en la economía la expulsión de 11 millones de personas, el candidato republicano ha afirmado que mediante esta operación, y la construcción del muro, disminuirían los delitos y la inseguridad en territorio norteamericano. El presidente electo confirmó en su portal gretagain.gov que la construcción del controvertido muro fronterizo en México, para frenar el ingreso de inmigrantes ilegales, será la prioridad en su gobierno. Los otros nueve puntos de su decálogo para este fin son: terminar con la política de detención y liberación; tolerancia cero con los delincuentes extranjeros; bloquear la financiación para las “ciudades santuarios”; cancelar los decretos inconstitucionales (en referencia al de Barack Obama que prorrogó las deportaciones y otorgó permisos de trabajo por tres años a unos 5 millones de indocumentados) y hacer cumplir todas las leyes de inmigración; suspender la entrega de visados a cualquier lugar donde no pueda se pueda realizar un chequeo adecuado; asegurar que otros países se encarguen de repatriar a sus ciudadanos cuando sean deportados; completar el sistema biométrico de visas para las entradas y salidas del país; terminar con el imán de empleos y beneficios; y reformar la inmigración legal para que sirva a los mejores intereses de Estados Unidos y sus trabajos.
5-Sentimiento de inseguridad. El mundo no es el mismo desde el 11-S. Desde aquel punto de inflexión, la preocupación por el terrorismo se ha agravado notablemente con los atentados yihadistas perpetrados los últimos años por aquellos que insuflan oxígeno a los ideales del DAESH o ISIS. Este aspecto relativo a defensa y seguridad nacional quizá haya visto en el discurso del candidato republicano un mejor aliado, sobre manera por algunos episodios protagonizados por Hillary Clinton, como el conocido de los emails investigados por el FBI.
6-La hegemonía de Estados Unidos en el mundo ya no es la que era. La nostalgia imaginaria por tiempos mejores, que caracteriza a los seres humanos por su carencia ontológica o su falta a-ser, en palabras del psicoanalista Dr. Jacques Lacan, sin duda ha sido aprovechada mejor por Donald Trump con su conocido lema y Comité: «Make America Great Again», eslogan muy parecido al «Let's make America great again» utilizado por el republicano Ronald Reagan en 1980, año en el que, con 43.903.230 de votos, el partido republicano alcanzó 489 votos electorales.
7-El estudio de lo que es el ser humano y la sociedad por las Universidades Norteamericanas. Los instrumentos y metodologías empleadas en el estudio del ser humano (por qué es como es, desea lo que desea, piensa lo que piensa y hace lo que hace) y la sociedad (cómo funcionan los grupos humanos) y los productos-disciplinas que configuran el currículum académico de las Universidades norteamericanas son: estadística, neurofisiología, genética, conductismo-cognitivismo, etología animal, neodarwinismo, la gramática generativa e ideales filosófico-religiosos. La exclusión de los descubrimientos del Psicoanálisis (objeto a, las pulsiones, el significante, la fase del Espejo, los anudamientos de los registros Real, Imaginario y Simbólico, el complejo de Edipo, la Función del Padre, la castración, los procesos metafórico-metonímicos del inconsciente, la identificaciones primarias y secundarias, el Otro familiar y sociopolítico, el Ideal del Yo, el Yo Ideal, la función del líder, entre otros) ha determinado la producción delirante de saberes en relación con lo que el ser humano es. Sin embargo, Universidades como Harvard University, Stanford University, University of California, Berkeley, Massachusetts Institute of Technology (MIT), Princeton University, California Institute of Technology, Columbia University, University of Chicago, Yale University, University of California, Los Angeles, Cornell University, University of California, San Diego, University of Washington, Johns Hopkins University, University of Pennsylvania, situadas en el TOP 18 del prestigioso Academic Ranking of World Universities, conocido como Shanghai Ranking, en 2016, parecen no tener capacidad para rectificar a pesar de las reiteradas evidencias en relación con sus carencias. El fracaso de estas reconocidas instituciones se constata tanto en los errores en las predicciones (inferencias estadísticas) de los sondeos, como en los significantes-deseos-ideales que conforman el imaginario social, pasando por el American way of life, todos los problemas sociales que afectan a la potencia norteamericana y el tratamiento que se le dan en las Universidades y en los medios de comunicación, no ajenos a los intereses crematísticos y el marketing propios del capitalismo.
8-Hillary Clinton ha representado la lucha por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, entre otras reivindicaciones de carácter social. Sin embargo, afirmaciones como la de Susan Sarandon «I don't vote with my vagina» indicaban que eso no era suficiente para evitar la pérdida paulatina de votos del partido demócrata desde el 2008, año que alcanzó la cifra de 70 millones, hasta los 59’94 millones de votos que ha conseguido la esposa del expresidente Bill Clinton.
9-¿Cómo se elige al presidente de EEUU? El 8 de noviembre se eligió al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos, la totalidad de los miembros de la Cámara de Representantes (cámara baja), y un tercio del Senado (cámara alta), esto es 34 de los 100 escaños. Más de 125 millones de estadounidenses ejercieron su derecho a voto. El sistema electoral norteamericano para la presidencia es indirecto. Los estadounidenses votan a los electores o compromisarios, que formarán el llamado «colegio electoral». Desde 1964 hay 538 electores o compromisarios, compuesto por 435 representantes y 100 senadores, además de tres electores del Distrito de Columbia. La distribución de los votos electorales y los resultados de este año son los siguientes:
Desde 1804, cuatro presidentes (George W. Bush en 2000, Benjamin Harrison en 1888, Rutherford B. Hayes en 1876 y John Quincy Adams en 1824) fueron elegidos para el puesto pese a no haber obtenido la mayoría del voto popular (270).
Los analistas advierten de la existencia de swing states (estados bisagra), los más disputados, que oscilan entre uno u otro partido dependiendo de las elecciones, pues quien logra imponerse en ellos acostumbra a conseguir los votos electorales claves para llegar a la Casa Blanca. En 2016, dijeron algunos, había 11 estados bisagra. Florida, con 29 votos electorales, era el swing state más codiciado, que cayó del lado republicano después de ser 8 años demócrata con Obama. Algunos datos significativos son que Trump no ha ganado en ninguna ciudad de más de un millón de habitantes; que de los 27 Estados sin salida al océano, Clinton solo ha ganado en cinco (Nevada, Colorado, Nuevo México, Minnesota e Illinois); según The New York Times, Trump consiguió el 58% del voto blanco y el 53% de las personas de más de 45 años; que el candidato republicano se impuso en seis de los estados bisagra (Florida, Ohio, Pensilvania, Carolina del Norte, Iowa y Arizona), mientras que Clinton solo en tres de los considerados estados clave (Colorado, Virginia y Nevada).
10-¿Qué peso han tenido los diferentes grupos de votantes (teniendo en cuenta género, edad, raza, ingresos, geografía -rural, urbanita, tamaño de la ciudad, periferia, etc.-) a partir de los cuales suele analizarse la distribución de votos? Los siguientes gráficos explican que los votos de las minorías étnicas (un 70% de los que han votado son de raza blanca), de la mujer y de los habitantes de las grandes ciudades, básicamente, grupos a los que más se dirigió la candidata demócrata, no han sido suficientes para dar la victoria a Hillary Clinton.
Girona, 11 de noviembre de 2016
Jordi Fernández
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