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(fármacos ansiolíticos y somníferos)
Los ansiolíticos, antidepresivos y los llamados antipsicóticos apenas sirven para frenar el primer momento del sufrimiento psíquico.
A partir de ese momento nada bueno, incluso lo peor desde el punto de vista cognitivo, del comportamiento social, laboral y familiar, se puede esperar de lo que los psiquiatras denominan medicamentos, pues a tales medicamentos sólo le cabe la palabra «fármaco», sí, pero en su acepción más peyorativa: veneno.
Es conocido que la industria farmacéutica es la segunda, tras la armamentística, en lo económico, y lo que es peor, ya que se trata de uno de los productos de contención social más efectivos, así visto por no pocos políticos, y refrendado por no pocas universidades y una miríada de médicos.
Como decía un poeta de mi tierra, «Ay de aquel que la magra suerte familiar y social liga su destino a la perversión de los que ingenuamente confían en los fármacos para la ruptura del alma.»
Girona, 30 de julio de 2016
José Miguel Pueyo
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