Ricard Coronado, o del deseo de quedar bien y/o las limitaciones clínicas

de un neuropediatra sobre el autismo

El doctor Ricard Coronado, recuerda el periodista Lluís Martínez, («Las personas no son autistas: tienen autismo». Punt Avui. Presència, 08-06-2014. Imartinez@presencia.cat) «es un neuropediatra especialista en autismo, un trastorno sobre el que existe un creciente interés, pero que también es un terreno abonado para los tópicos.»

 

Interés y tópicos sobre el autismo

El periodista Lluís Martínez, diríase que sabe, a la manera que habitualmente saben los artistas pero en esta ocasión también lo que dice, y lo que dice es que «el autismo es un trastorno sobre el que existe un creciente interés, pero también es un terreno abonado para los tópicos». ¿Cuáles son los tópicos sobre el autismo? Algunos, no menores, son, curiosamente, los que en esa entrevista defiende el entrevistado, el doctor Ricard Coronado.

 

Cuando la ideología materialista y las limitaciones respecto a la constitución del sujeto humano reprimen la verdad sobre el autismo

No parece que haya evolucionado mucho y tampoco a mejor el pensamiento clínico del doctor Coronado respecto al del psiquiatra alemán Wilhelm Greisinger (1817-1868). En su obra fundamental, Die Pathologie und Therapie der psychischen Kranheiten, 1845, Greisinger se colocó a la cabecera de una renovada y contundente corriente organicista, reconocida en la sentencia «las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro», aunque las enfermedades mentales no siempre las atribuyó a una lesión cerebral. Paradójicamente, Griesinger, influido por el psiquiatra belga y gran defensor de la condiciones sociales de las personas con trastornos mentales, Joseph Guislain (1797-186), y de las teorías asociacionistas del filósofo, psicólogo y pedagogo alemán Johann Friedrich Herbart (1776-1841), además de ser uno de los defensores del erróneo concepto de «psicosis única», fue asimismo uno de los críticos de las nosográficas y defendió el psicologismo de la medicina mental alemana de la segunda mitad del siglo XIX, la misma psiquiatría que otorgaba un papel de primer orden a los «conflictos internos» y a la «represión», factores etiológicos reformulados un poco después por Sigmund Freud (1856-1939).

 

Que el doctor Ricard Coronado esté anclado en aquella trasnochada corriente organicista, y que ni siquiera logre superar el psicologismo de la psiquiatría alemana del siglo XIX, se constata en su respuesta a la pregunta del periodista Luís Martínez, ¿Qué es al autismo?: «Es un grupo de síntomas y de signos que presentan unos pacientes afectados por un trastorno cerebral que comporta discapacidad de comunicación, adaptación y comunicación, y que, además, acostumbran a tener conductas repetitivas». Esta definición, además de fútil y ramplona, deja de lado muchas investigaciones sobre el autismo, y constituye un gravísimo atentado contra la epistemología.

Pero no contento aún con afirmar que el autismo es un trastorno de cerebro, -no especifica si se trata de un tumor, una isquemia, una cuestión de neurotransmisores, de algo genético…-, cualquier diría que lo único que le interesa al doctor Coronado es congraciarse con los padres de los autistas. Así es porque a la pregunta sobre la influencia de ambiente familiar, afirma: «El autismo no se explica por la manera con que los padres tratan a los hijos. Leo Kanner expuso la teoría de las madres-frigorífico, pero después se retractó. Pero algunos todavía defienden esas teorías, que no curan y que en cambio culpabilizan a los padres.»

 

Leo Karner fue uno de los pioneros en el estudio del autismo, y no andaba del todo equivocado al referirse a las madres de los autistas. Pero del mismo modo que la fenomenología no es todo en la causa de los trastornos mentales, creo que si yo hablo, en relación al autismo, de las pulsiones, del estadio del espejo, del nudo borromeo (Simbólico, Imaginario y Real) en la configuración de la subjetividad, de la relación madre hijo en el ámbito del complejo de Edipo, o del lenguaje humano, el doctor Coronado ya no me seguirá y menos aun le importará un ápice lo que yo pueda explicar; y estoy convencido de que tampoco le interesará las experiencias institucionales, de las que también podría decir algunas cosas. Todo indica que el doctor Coronado trabajó en el Reino Unido, pero por sus afirmaciones no creo que lo hiciese en la Clínica Tavistock, y menos aún en la Escuela Experimental de Bonneuil sur Marne.

El doctor Coronado no comprende que no se trata de culpabilizar o desculpabilizar a los padres, sino, en primer lugar, de la verdad, de qué ha ocurrido y cómo evitar que vuelva a suceder. La verdad sobre un determinado asunto es una exigencia de la ciencia, de la posibilidad, por tanto, de investigar cuanto atañe al autismo. La psicología desculpabilizadora ha hecho mucho daño, no sólo a los niños de todas las edades sino también a los padres y a los educadores. A estos últimos porque los culpabiliza y/o desorienta a la hora de establecer límites a las pulsiones, límites necesarios para la socialización, y que, sin embargo, algunos ideólogos postmodernos confunden, quizá por cuestiones personales y/o por identificaciones igualmente patógenas, con lo peor del autoritarismo.

 

Por otra parte, poco o nada tiene de científico y tampoco ofrece muchas esperanzas a los padres y a los autistas, opiniones como las del doctor Coronado, quien tras criticar solapadamente los procedimientos terapéuticos basados en la ciencia de la subjetividad, afirma y aconseja sin empacho: «No hay tratamientos curativos para el autismo, pero sí los que ayudan a mejorar, a disminuir la discapacidad y reducir los síntomas… Yo aconsejo a los padres que consigan un diagnóstico claro. Y después, hay que construir el futuro día a día.»

 

Blanes, 8 de junio de 2014

José Miguel Pueyo